Maritza Torres: “Mi sueño es que en cada parroquia
de mi país, haya una casa de parto, y que sea un punto de referencia para la
preparación prenatal y la sexualidad”
La experta señala que la forma en
que nacen los bebés tiene una gran relación con la violencia desatada en
nuestro país, destacando que al dar condiciones más humanas en momentos tan
vulnerables, se generarán cambios positivos en Venezuela.
Por: Aura Arelis Pereira
Una mujer con 10 años de experiencia
acompañando a las familias en su transformación hacia una “mater-paternidad más
humana” -como ella misma lo denomina-, y que ha presenciado el nacimiento
armónico de más de 100 bebés en clínicas adaptadas a la naturalidad, es la que
hoy nos hace reflexiones profundas en cuanto a la necesidad de cambiar la forma en que nuestros hijos e
hijas están llegando a este nuestro país. Una problemática que no es sólo
Venezolana, la violencia ginecobstétrica en los hospitales y en las clínicas,
está presente en muchos países, pero ¿sabemos todas y todos las consecuencias
de esos procedimientos?, grandes Instituciones como la Organización Mundial de
la Salud (OMS), han advertido acerca de esto y han realizado grandes campañas
en países subdesarrollados, rumbo a mejorar las condiciones materno-infantiles
para alcanzar las metas del milenio.
Dicen que la violencia genera más violencia,
por lo tanto, algún efecto ha de tener la que se dispensa desde antes que un
bebé nazca, ¿Crees tú que la forma en
que estamos atendiendo los nacimientos y el embarazo de las mujeres en Venezuela, tiene relación con la violencia
presente en muchos espacios?
—Es
tal la relación, que en Venezuela se aprobaron por primera vez en nuestra
historia, leyes que hacen alusión a la violencia obstétrica. Entre esas, la Ley
en contra de la violencia hacia la
mujer, que incluye además, el tema orientado a que la mamá y el bebé tengan alojamiento
conjunto. La relación que hay entre cómo nacen nuestros niños con la violencia,
es total. A mayor respeto, consideración, armonía en el momento de la
concepción, la gestación, el nacimiento y la crianza, mayor posibilidad tenemos
de formar un ser humano, con elementos que le permitan responder de manera
pacífica y armoniosa a los retos de la vida. Esa forma abrupta institucionalizada
para padres, mamás, bebés y personal médico, en donde todo tiene que ser
rápido, termina siendo violenta y por tanto iatrogénico, -se refiere a algo que
fue hecho para el bien y termina haciendo daño-. Y así son los procedimientos
durante la gestación y el nacimiento, todos esos protocolos, recursos médicos y
técnicos que se hicieron para mejorar y hacer más placida la maternidad,
terminaron siendo una tortura.
¿Cómo
debería ser orientado un embarazo y un parto, de manera que pudiese
contrarrestar un poco esas prácticas violentas que están institucionalizadas?
—El tema está en la conciencia, en la medida
que se expande, se profundiza y se hace tangible, -y no algo místico-, nos permite vincularnos concretamente con lo
que estamos viviendo. ¿Qué crea conciencia? Los elementos que nos conectan con
lo que nos favorece, poder elegirlos con libertad, poder tomar decisiones
firmes en torno a nuestro embarazo,
parto y crianza de los bebés, para así disminuir la presión externa que nos
obliga a definirnos por alguno de ellos. Así debe orientarse, dejar a la
mamá y el papá hacer y ser.
El
caso de las personas que quizás van a una clínica es que pueden controlar
algunas de esas variables, pero en el momento que la mujer tiene que asistir a
un hospital público, todo es muy diferente, ¿cómo una mamá minimiza los
impactos de los procedimientos que al parecer son tan violentos en los espacios
hospitalarios?
—A pesar de que el sistema de salud es
medicalizado, por otra parte están surgiendo otros modelos, como las casas de
parto para embarazos de bajo riesgo;
sería importante conocerlos antes de que se llegue el día del parto.
Allí las condiciones son menos agresivas y brindan otras posibilidades.
Una de las estrategias que sugerimos a las
mamás y papás, es confiar, confiar en el
cuerpo, en el bebé y permanecer el mayor tiempo en otro espacio que no sea el
hospital. Si viven cerca, es mejor estar en casa, si han tenido la posibilidad
de pasar por una preparación ya sabe qué hacer, pero si no, confiar. Caminar a
los alrededores de la maternidad, irse a un parque y respirar. Confiar en que
los bebés tienen su propio proceso, su ritmo, nunca salen como corcho de
botella. Cuando ya las contracciones vayan una tras otra, cuando ya sienta
cambios significativos, allí sí debe entrar al hospital. La mujer necesita
entrega, no controlar con la mente. La mamá consigo y con su cuerpo, para parir
con placer. La clave es confianza en la naturalidad y el cuerpo.
Ampliando
más el panorama de lo que conversamos, si lo vemos en macro, en nuestro país
diferentes gobiernos y organizaciones se han realizado programas para ir
cambiando la realidad en torno a esto ¿Crees tú que se han logrado cambios
cualitativos en esta materia, a pesar de los esfuerzos que se han realizado?
—Sí,
es innegable, cada vez más, hay espacios públicos e instituciones privadas que
van trabajando en función del parto, el nacimiento, la lactancia y la crianza.
Por ejemplo, en Maracay hay un centro que es una sala de parto natural. La
pregunta es ¿por qué no se han generalizado?, ¿por qué hay sectores en el
gremio médico que están convencidos, en que
dejar a la mujer que haga lo que quiera no es seguro? En Caracas hay muchas instituciones, entre esas
Buennacer, con 25 años preparando a los padres y madres para que se empoderen
de su experiencia. Ya estos padres van
recobrando su confianza y van en condiciones diferentes, son capaces de buscar
la experiencia que desean. Lo lamentable es que cuantitativamente, quizás no es
lo que esperamos.
Si
tuviéramos la posibilidad de extender en Venezuela esos programas de atención
prenatal orientados a la humanización del parto y el nacimiento en forma
masiva, ¿crees tú que nuestra Venezuela
pueda cambiar en unos 15 años en relación a los niveles de violencia que
existen actualmente?
—Sería
un milagro, porque todos esos niños y niñas que se tomen su tiempo, que puedan
ir a su ritmo, que nazcan con su propias herramientas y se les permita ese
apego inmediato, ya vienen con un 80% de posibilidades de lograr todo lo que
ellos se propongan en la vida. Y si aparte de eso, se les permite estar pegados
a mamá, escuchando su corazón y sintiendo su calor; ¡a ese ser, quien le va a
meter miedo en esta vida¡ ¡Nadie! Pues ha aprendido desde la vivencia, no desde
el verbo y una experiencia de ese tipo, tiene que tener como resultado un ser
humano más feliz, armonioso, completo. Esta es la garantía de la paz, Michel
odent dice: para cambiar la sociedad hay que cambiar la manera de nacer. Eso
marca la pauta.
Si hoy tuvieras la posibilidad de ser Ministra del
Ministerio del Poder Popular para la Mujer, y estuvieras en este momento en la
discusión del presupuesto, ¿cuál sería la medida más prioritaria en torno a lo
que hemos venido conversando?, ¿que nó dudarías proponer en ningún momento?
—Estoy en absoluta certeza, que mostrando argumentos científicos,
estadísticos y vivenciales, de las
ventajas que resulta para un país, garantizar a la población en general, a las familias, espacios respetados en donde
la mujer y el padre vivan la experiencia
de mater-paternidad, de una manera plena, sostenida, acompañada adecuadamente,
yo estoy segura, que me dirían que sí. Este presidente y cualquier otro que
haya en nuestro país, si se respeta, tiene que decir que sí.
Mi sueño es que por lo menos, en cada parroquia
de mi país, haya como mínimo una casa de parto, donde sea un punto de
referencia para todo lo que tiene que ver con la preparación prenatal y la
sexualidad. Un espacio en donde pueda parir
la mujer sin problemas, tranquila.
Por otro lado, en cada barrio, cada
comunidad, se debe preparar a la familia
para la concepción, ¿desde dónde nos decidimos ser padres y madres?, ¿desde un
accidente?, ¿desde una fiesta?, ¿desde
una situación desconectada del amor y la conciencia, la responsabilidad? Si
nosotros garantizamos un espacio en cada sector, en donde la sexualidad y la familia sean
temas centrales, donde los
jóvenes se familiaricen con estos, donde
las madres reciban preparación, la
cultura de la paz tomará fuerza.
Así como hablamos del tema de la inseguridad,
del trabajo, de las mesas técnicas del agua, también es necesario y vital un
espacio donde se hable de la familia, la familia es el nicho donde se
desarrollo todos los demás aspectos de
la vida. Es la mejor manera de prevenir y la mejor formación del nuevo republicano, de la nueva
sociedad que todos queremos vivir, donde realmente vamos a crear la cultura de
paz.
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